13. oct., 2017

Conservas portuguesas!

Mientras espero la orden de embarque en el aeropuerto tengo tiempo para casi todo. Tomar un café o dos, comer algo, mirar la prensa, los escaparates… En una de esas ocasiones en Lisboa encontré una tienda gourmet que me llamó la atención. La “marca” Portugal estaba bien representada con productos que iban desde el vino a la sal, sin olvidar las conservas de pescado, lo que mi abuela llamaría una tienda de ultramarinos, pero con productos seleccionados. No voy a decir que me sorprendió, al fin y al cabo en mi equipaje llevaba regalos para mis amigos, entre los cuales algunas conservas de pescado. La primera fábrica de Portugal surgió a finales del siglo diecinueve y a partir de ahí esa industria creció tanto que en la década de los treinta existían más de ciento cincuenta fábricas. El método que utilizaban se basaba en la descubierta por Nicolas Appert en 1809, que calentaba la comida en recipientes cerrados con corchos logrando así producir el vacio. Este método surgió como respuesta a las órdenes del gobierno francés que quería hacer llegar comida en buenas condiciones a los campos de batalla. Curiosamente lo que empezó como respuesta a una necesidad de la guerra terminó convirtiendo a Portugal, durante la segunda gran guerra, en el mayor exportador del mundo. A finales del siglo pasado, muchas de esas industrias cerraron a manos de la crisis, quedando en la actualidad poco más de dos decenas. Muchas son empresas que han pasado de padres a hijos y que mantienen los métodos tradicionales a la par que siguen utilizando materias primas de primera calidad. Todo eso hace que sus productos sean apetecibles tanto en sabor como aspecto haciendo toda la diferencia con la producción en serie. Latas y envoltorios priman por su diseño “vintage” y son cada vez más las tiendas especializadas que reúnen lo mejor de cada fabricante haciendo que sea muy difícil salir con las manos vacías.